Como todos los años, el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, una gran multitud de personas se reúnen en Tópaga para festejar las ferias y fiestas en honor a San Judas Tadeo. La alborada, novenas, presentación de bandas, bendiciones del Santísimo y procesiones son algunas de las actividades que se realizan y que demuestran la fidelidad que mantiene el pueblo a las tradiciones religiosas del departamento de Boyacá.
Precisamente, uno de los lugares donde se desarrollan algunos de los eventos de dicha festividad es la iglesia de la Inmaculada Concepción que, además de ser el atractivo más llamativo del municipio, ha sido muy importante a lo largo de su historia, desde que fue edificado en 1632 por los jesuitas cuando se dirigían a cumplir las misiones de Casanare.
El templo doctrinero, de arquitectura sencilla en su fachada, conserva valiosas reliquias en su interior, entre ellas: retablos de talla dorada, lámparas e incensarios de plata, el Altar de los Espejos (dedicado a la Virgen María), el Crucificado (una de las primeras pinturas provenientes de España) y el Arco Toral, tallado en alto relieve y madera policromada, adornado con imágenes de algunos Santos, del arcángel San Gabriel, de dos Ángeles del Silencio y del diablo, que aparentemente era adorado por los primeros habitantes de la población. El templo fue declarado Monumento Nacional en 1965 y en 1982 fue restaurado.
Aunque el templo doctrinero de la población fue restaurado en 1982, aún conserva casi intactas las características y las reliquias originales.
El municipio
Cuando lo ocuparon los españoles, en 1.537, este pueblo aborigen formaba parte de Gámeza, tributaria del Sugamuxi. El cacique Tópaga, junto con sus súbditos, opuso gran resistencia, pero en 1564 fue despojado de sus tierras por el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada. Mucho tiempo después, en 1781, varios de sus pobladores pertenecieron al Movimiento Comunero en favor de Francisco Berbeo y en 1819 también fue escenario de la Campaña Libertadora, cuando entre el 7 el 11 de julio las tropas fueron testigo de tres combates encarnizados entre las tropas realistas y republicanas.
Tópaga, fundada por el corregidor Álvaro Leiva en 1593 y erigido como municipio en 1832, se encuentra en medio de bellos y llamativos paisajes conformados por múltiples especies de flora y fauna, así como territorios montañosos pertenecientes a la cordillera Oriental, bañados por los ríos Gámeza, Chicamocha y Monguí. En pocas palabras, es un remanso de paz y tranquilidad que invita y acoge a quienes la visitan en plan ecológico.
Su economía se sustenta, básicamente, en la ganadería, en la agricultura, en los productos manufacturados y en la minería del carbón, que se desarrolla de manera artesanal y de la que depende un alto porcentaje de su hacendosa y hospitalaria población. En la actualidad los jóvenes del pueblo se ven beneficiados debido a la creación de un proyecto alternativo que les permite hacer artesanías en carbón mineral, tejidos de lana, productos lácteos, entre otros. Aquí, los visitantes también pueden disfrutar de las reconocidas comidas típicas de la región boyacense, como las sopas de cuchuco de maíz y de trigo con espinazo, el puchero boyacense, los envueltos de mazorca, el arroz tapado y el guiso de cordero.
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